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PowerPoint es boring

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Por qué falla tu comunicación interna

Hay decisiones que se sienten urgentes. “Ya es hora de crecer.” “Tenemos que responderle a la competencia.” “Esto nos va a posicionar.” Aparentemente lógicas y anunciadas con presentaciones que fluyen mejor que la conversación entre áreas clave. 

Y sin embargo, algo no encaja: el equipo no funciona en medida de lo proyectado y el entusiasmo se disipa. Lo que parecía un paso firme se convierte en una marcha algo forzada, entre gestos de aprobación y silencios que no saben a qué decirle que sí.


Spoiler: lo que falló no fue la visión. Fue la conversación. 

En muchas organizaciones, la comunicación interna aparece como ese apéndice que se activa después del anuncio. Como si su único rol fuera “empaquetar” la decisión, ponerle moño y reenviarla a todos con copia oculta.


Pero comunicar no es eso. No es enviar correos en bloque o convocar a una reunión donde todos asienten mientras piensan en la lista de pendientes. Comunicar es diseñar estructura, tiempos, roles. Es construir una conversación con ritmo, con contexto, con posibilidad de réplica.Si tu empresa está a un paso de convertirse, sin proponérselo, en un capítulo de The office, es probable que identifiques alguna de las siguientes situaciones. 

1. Todos están encargados = nadie está encargado

Cuando no es un meme, sino tu Comité de Dirección pasando responsabilidades.

Marketing espera que Dirección baje el mensaje. Dirección asume que RR. HH. lo va a aterrizar. RR. HH. cree que Gerencia lo va a traducir a algo útil. Y mientras tanto, todos están en su rincón esperando que alguien más dé el paso.

El resultado: la comunicación es una especie de energía telepática que nunca se materializa. No falta voluntad, falta estructura. Un organigrama que no solo diga “quién manda a quién”, sino quién tiene que hablar con quién, cuándo y para qué. Y no, no basta con poner “comunicación transversal” en un slide.

2. Gritar “Pivot!” no es una estrategia

Ross grita “Pivot!” convencido de que su visión logística se entenderá por arte de magia. Pero nadie gira nada. Todos terminan trabados.

Una empresa que decide cambiar de rumbo sin explicar el cómo ni el porqué es básicamente Ross con un sofá: convencida de tener razón, frustrada por no avanzar. La dirección está clara. Lo que falta es el camino. Y una conversación previa que prepare el terreno para que el cambio no sea solo una orden, sino una decisión compartida y viable.

3. Simular incendios no construye confianza

Dwight quiso enseñarle al equipo qué hacer en una emergencia y decidió hacerlo sin avisar, generando caos absoluto. El resultado: confusión, gritos y nadie más preparado que antes. Parece exagerado, pero pasa más de lo que se admite: se lanza información sin contexto, sin estrategia, sin escucha. Se confunde “comunicar” con “informar más fuerte”.

Y lo que se necesita no es volumen, sino sentido: un marco donde los mensajes circulen, se procesen y generen acción real.

Las sitcoms pueden permitirse el caos. Las empresas, no tanto.

Porque el caos organizacional no solo hace reír menos: cuesta tiempo, energía, moral. Pero —buena noticia— no es inevitable. Se puede evitar con conversaciones claras, estructuras funcionales y una cultura donde comunicar no sea decorar el PowerPoint de la estrategia, sino construirlo entre todos.

Un paso importante antes de avanzar 

La mayoría de las empresas no fracasa por falta de ideas. Fracasa por no saber escucharse. Por decidir sin preguntar. Por avanzar sin revisar si todos pueden seguir el paso.

Una buena estrategia no empieza con un gran anuncio, sino con una conversación incómoda. Esas que preguntan: “¿Estamos listos para esto?” “¿Quién lo va a sostener?” “¿Tenemos las condiciones para que esto se entienda más allá de la Dirección?”

Transformarse, crecer, innovar, sí, claro. Pero si la comunicación interna es débil, improvisada o solo ornamental, lo único que cambia es el diseño de los slides.

Sí, PowerPoint es aburrido. Pero lo verdaderamente riesgoso es pensar que con eso alcanza.

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