What’s in a naming: el arte de crear nombres para empresas

En nombre del amor se pueden hacer y decir muchas cosas. A Julieta, le inspiró decirle a Romeo, hijo de los enemigos mortales de su familia. “¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, con cualquier otro nombre, tendría el mismo nombre…”, y él, embriagado de pasión (y de hormonas) contestó sin dudar: “Llámame amor, y seré rebautizado”.
Como sabemos, este gesto romántico no terminó nada bien. Puede que el caso sea sumamente dramático –algo que a Shakespeare se le daba muy bien–, pero la influencia y alcance de un nombre suele ser subestimado con frecuencia. Un nombre se trata más de una etiqueta: es la primera impresión, la esencia de tu empresa, la promesa de una historia por contar.
En marketing, el naming se refiere al proceso de diseñar un nombre para un proyecto, empresa o producto. Es mucho más que una combinación de letras: es la piedra angular sobre la que se construye la identidad de una marca. Es lo que la gente recordará y evocará cuando piensen en ti. Un buen naming tiene el poder de evocar emociones, transmitir valores y diferenciarte en un mercado saturado.
Pero ¿cómo se elige un nombre que trascienda? ¿Cómo se encuentra esa combinación perfecta de sonido, significado y relevancia? Si tu negocio aún se llama “Empresa S.A. de C.V.”, quizá debas prestar atención a lo siguiente.
El origen de los nombres de (valiosas) empresas
Seguramente, habrás escuchado de namings, productos de la espontaneidad creativa –en apariencia–, que en realidad son excepcionales no por haberse vuelto famosos, sino por lograr encapsular el sentido que tiene una marca.
Ahí tenemos, por ejemplo, a la empresa Zara, cuyo nombre podría haber sido Zorba (como la película) sino fuera porque el nombre estaba ya registrado. Su fundador, Amancio Ortega, no se rindió y tomó la decisión de conservar el hechizo de su fonética, cuya facilidad de pronunciación y estética se mantienen muy atractivas.
Otras, como Google, al elegir su nombre buscaba sintetizar la visión y características de su proyecto, aunque el proceso fue intervenido por un afortunado accidente. Sus fundadores querían usar el término matemático “googol” para reflejar su capacidad de organizar una cantidad infinita de información en la web. Pero al registrarlo, cometieron un error ortográfico. Hoy, ese “error” no solo es uno de los nombres más reconocidos del mundo, sino un sinónimo de buscar en internet.
Lego, por su parte, viene de la frase danesa “leg godt” (juega bien). “Casualmente”, en latín significa “yo junto”. Un nombre que no solo es divertido, sino que también refleja la esencia de la marca: creatividad y construcción.
Como vemos, la estética, el sentido conceptual o la semántica juegan un papel importante más allá de un destello espontáneo de inspiración. Es importante contar con claridad sobre varios elementos, a los que es difícil llegar sin un método.
¿Qué hay en un buen naming? Además de creatividad… y desesperación
Las buenas ideas pueden tomar su tiempo en llegar, y el proceso de dar con un naming que deje a todos felices puede ser frustrante. Por eso, es importante lograrlo estratégicamente y a partir de aspectos bien definidos, como lo son el carácter de tu empresa, sus pilares, su narrativa, entre otros.
Pero algunos elementos que suelen estar presentes en un buen naming son:
- Fonética: Parte de la magia en el nombre de Coca-Cola es su pronunciación: tiene un ritmo que fluye naturalmente y, además, juega con la consonancia al usar reiteradamente la “C”, con lo que crea una musicalidad memorable y agradable al oído. Un buen nombre no solo se escucha, sino que se siente; es como la melodía de la lambada: si la escuchas, seguramente no saldrá de tu mente.
- Semántica: El significado de tu nombre debe resonar con los valores de la marca. Por ejemplo, Amazon no se llama así porque a Jeff Bezos le gustara la selva, sino por crear una analogía con su objetivo original de posicionarse como la librería con el catálogo más diverso y extenso, semejante al ecosistema del río más grande del mundo.
- Estética: Cómo se ve un nombre escrito es clave. Un nombre como IKEA no solo suena bien, sino que podría verse bien en cualquier tipografía. Mismo sentido estético que se ha transferido a su catálogo de muebles. Su inspiración viene de los orígenes de su fundador: las iniciales de su nombre, ciudad y granja donde fue criado.
- Emoción: Por supuesto, un buen nombre genera una conexión emocional. Como sucede con el caso de Netflix, quien combina “internet” y “flicks” (término urbano en inglés para decir película), y nos hace sentir que se puede tener el mejor fin de semana desde casa.
En Amic S.A. de C.V., sabemos de nombres
En nuestra agencia, nos hemos encargado de desarrollar métodos para cada una de las etapas del branding, como lo es el naming. Nos gusta partir de conocer a profundidad cada empresa con la que trabajamos: desde su historia hasta sus proyecciones a futuro.
Uno de nuestros casos favoritos es Samágora, proyecto inmobiliario cuyo objetivo era ofrecer un nuevo modelo de vida: la construcción de un hogar con diseño contemporáneo, rodeado de naturaleza y con tecnología de punta a disposición de sus inversionistas. En Amic se desarrolló el naming, combinando las palabras ‘samarasa’‘(que proviene del sánscrito y hace referencia a la idea de “armonía”) y ‘ágora’‘ (que en la antigua Grecia designaba la plaza comunitaria). De esta manera, el nombre proyecta el valor de sus terrenos con un sentido de comunidad y horizontes más amplios.
Otro ejemplo es la plataforma de Prevenslife, que permite buscar y comparar pólizas entre las aseguradoras más confiables de México, facilitando su compra directa. Para el naming, se eligió una combinación de argonauta y náutico, dando lugar a Nautus, que evoca la idea de navegación. Además, la identidad de marca de Prevenslife incluye un faro, símbolo de guía y protección, lo que refuerza su conexión con la misión de la empresa.
En Amic Parlante, creemos que un nombre es la primera línea de una gran historia. Es la oportunidad de dejar huella, de crear algo que no solo se escuche, sino que se sienta. Porque, al final, un nombre no es solo un nombre: es una declaración de intenciones.
Así que, si estás pensando en nombrar tu marca, recuerda: no es solo una palabra. Es tu primer “hola” y tu primer “confía en mí”. Y si necesitas ayuda estamos listos para crear un nombre que huela tan dulce como una rosa… pero que no termine como Romeo y Julieta.